Durante mi infancia tuve la oportunidad de visitar Miami en unas cuantas ocasiones en viajes familiares que normalmente se reducían a compras en los malls y entradas a los parques de diversiones, pero visitarlo como adulto es una experiencia completamente diferente. Al final, Florida, la tierra del 9.99, como le llamo yo, es un parque de diversiones para niños y adultos.
Esta vez me quedé con mi primo Gerardo en South Beach y pasé un montón de tiempo con mi amigo de la infancia Giovanni y su fina prometida.
El redescubrir Miami fue para mí toda una experiencia por todo lo que representa: capitalism at its best y un mundo de glamour y superficialidad como ningún otro que hubiera visto en mis últimos años: la infraestructura carretera, el cuidado de la ciudad, los rascacielos, la gente bonita y los carros de lujo y deportivos de varios cientos de miles de dólares, por lo menos. Todo en una atmósfera de "yo soy más porque tengo más y/o porque me veo mejor".
Esta parada de visitas a la playa, a los malls en busca de ropa en permanente oferta y uno que otro gadget y por qué no, una dosis de desmadre duró 15 días. No le dedicaré mucho a esta entrada porque seguramente muchos de ustedes ya han estado ahí y porque hay lugares mucho más interesantes de qué hablar.
Después seguí mi camino hacia Europa acompañado de mis pensamientos.
Esta vez me quedé con mi primo Gerardo en South Beach y pasé un montón de tiempo con mi amigo de la infancia Giovanni y su fina prometida.
Esta parada de visitas a la playa, a los malls en busca de ropa en permanente oferta y uno que otro gadget y por qué no, una dosis de desmadre duró 15 días. No le dedicaré mucho a esta entrada porque seguramente muchos de ustedes ya han estado ahí y porque hay lugares mucho más interesantes de qué hablar.
Después seguí mi camino hacia Europa acompañado de mis pensamientos.
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