UN ALTO EN EL CAMINO

En esta entrada, en lugar de hablarles de algún lugar en particular, la quiero dedicar a hablar de varias reflexiones que he hecho hasta este punto del viaje. Tal vez esto no sea noticia para algunos de ustedes, pero quiero decirles que la gente no cambia por el solo hecho de mudarse de ciudad o de país; cambia porque está abierta a moldear su personalidad de acuerdo a las circunstancias, experiencias y conocimientos que adquiere; en otras palabras, no importa a donde vayas, siempre serás el mismo o la misma, a menos que estés abierto a aprender y tengas voluntad de cambiar tu personalidad. Esto sale a colación debido a los míticos viajes espirituales que, de acuerdo a mi experiencia personal, no tienen efectos extraordinarios en la gente, a menos que uno mismo los haga extraordinarios.

La vida, como me dijo hace poco un Gurú, no es una cosa que está pasando allá fuera y que mágicamente puede cambiar. La vida la provoca uno mismo a través de sus decisiones, sus acciones y, en general, su actitud. Tu eres quien hace que la vida suceda! Los viajes definitivamente pueden influir en tu vida, la pueden enriquecer; pero el grado en que tu vida cambia, depende directamente de tu actitud hacia las nuevas experiencias: cultura y tradiciones, formas de pensar, formas de vivir, creencias e información que vas recopilando en el camino. Déjenme darles un ejemplo: alguien que sale de su país pensando que durante su viaje encontrará algo muy similar a lo que conoce y que, al no encontrarlo se enfoca en desacreditar lo que está experimentando porque no está “a la altura de sus expectativas”, probablemente crecerá muy poco porque habrá cerrado su mente y su alma a crecer con esa nueva experiencia. Alguien que va por el mundo sin interés de conocer nuevas personas porque no está interesada o que, aún cuando tiene oportunidad de convivir con ellas las menosprecia por no pensar lo mismo que ella, tampoco podrá enriquecerse con otros puntos de vista. Alguien que compara todo el tiempo los lugares, las creencias, las circunstancias con su propio país, no podrá disfrutar la diversidad que está viviendo. Al final del día, como todo cambio, tiene que empezar por la actitud propia. En mi caso, por experiencias previas, yo no buscaba cambiar radicalmente mi forma de ser o de ver la vida por el solo hecho de empacar una (o varias más de las necesarias) maletas e irme a recorrer el mundo, porque ni siquiera era mi propósito si recuerdan de la segunda entrada de mi blog. Sin embargo, a lo largo del camino me encontré con la oportunidad de conocer nuevos lugares, nuevas personas, nuevas culturas y decidí que debía aprovechar al máximo esta experiencia y abrir mi mente y mi alma a todo lo que pueda recibir. No ha sido fácil, pero he decidido hacer un esfuerzo por vivir, en lugar de ver la vida pasar porque, tan distintas como sean mis opiniones de las del Gurú en algunos aspectos, al final creo que es muy difícil debatir sobre el hecho de que las cosas no pasan mágicamente; sólo pasan cuando las personas hacen el esfuerzo de que sucedan. Así que decidí salir más, hablar con más gente, interesarme en sus conversaciones, explorar, intentar nuevas actividades, probar platillos distintos y en general, enriquecer mi bagage cultural y personal. Hoy día, a casi 7 de meses de viaje por 15 países y aproximadamente 36 ciudades, puedo decir que he aprendido mucho, tanto de lo que he visto como de la gente que he conocido. Ellos (todos los anteriores) me han enseñado que ser feliz es una cuestión de actitud, que se puede vivir contento sin tener demasiados lujos, que es necesario apasionarse por algo y que en general, la gente no nos juzga y que nosotros tampoco debemos juzgarlos, porque cualquiera te puede sorprender. Cada quien tiene derecho a creer lo que quiera y casi todos (y nadie) tiene razón. Me he encontrado con personas que están tratando de hacer una diferencia en la vida de otros o del planeta y he confirmado que aún existe mucha gente buena en el mundo y, sobre todo, que las cosas que se piden de buena manera, casi siempre se dan de buena manera y, sin embargo, cuando se trata de defender lo nuestro, todos tenemos derecho a luchar a morir. Hoy, no podría decir que he conseguido los objetivos del viaje, pero sí podría decir que he aprendido mucho sobre el mundo y sobre mí mismo. Lo que me gusta y lo que no y todo lo que me falta para sentirme completo. He valorado lo que tuve y deseado lo que no tuve, pero a la vez me he dado cuenta de todo lo que no necesité. Ahora extraño a mis amigos que son como mi familia y a mi familia de sangre, pero a cambio he aprendido que hacer amigos, aunque requiere esfuerzo, no es ni debería ser tan difícil. Considero que soy un poco más tolerante y paciente y he entendido que la vida con stress no lleva a ninguna parte, pero al mismo tiempo, reconozco que no puedo pasar la vida sin preocupaciones y mucho menos sin ocupaciones. Necesito actividad y retos intelectuales para sentirme útil. En retrospectiva, considero que este sabático (hasta ahora) ha sido tal vez, la mejor decisión que he tomado en mi vida y se las recomiendo ampliamente si está en sus posibilidades. Hasta la siguiente…